miércoles, 24 de octubre de 2007

SEXTO CURSO


MI ABUELO

Mi abuelo se llamaba Graciano, sus padres se llamaban Emilio y Leonor, no tenía más hermanos, de niño estudió en Navarra, el abuelo me contaba que cuando él era pequeño los niños que querían estudiar tenían que ir a un colegio que estaba fuera del pueblo, solo iban a casa en vacaciones, a él le gustaba mucho estudiar pero al morir su madre, tuvo que volver al pueblo para ayudar a su padre. Se casó con Paulita, mi abuela, tuvieron cinco hijos, uno de ellos es mi padre.
Se dedicaba a la agricultura y ganadería, tenía todo tipo de utensilios del campo, el tractor, la segadora, la cosechadora, la sembradora etc.…Cada uno de estos aparatos servía para una cosa y se tenía que hacer en épocas del año diferente, según el tiempo, por ejemplo, arar las tierras lo hacía en Otoño, últimos de septiembre y consistía en levantar la tierra y prepararla para después, pasar la sembradora con el trigo, el maíz, la cebada o cualquier semilla que fuera a sembrar. Luego tenían que abonarlo y cuidarlo hasta que llegaba el verano, entonces llegaba el tiempo de la cosechadora que es una máquina muy grande y muy rara, tiene unas cuchillas muy afiladas que cortan el trigo, parece que se lo tragan y luego la paja sale por detrás y el trigo se queda en un departamento para luego echarlo en un remolque para luego llevarlo a la era, me lo pasaba muy bien viéndolo, una vez me tire en el montón de trigo y el abuelo me regañó un poco porque eso no se debe hacer, de eso hace ya muchos años y no se me ha vuelto a ocurrir volver a hacerlo.
Mi abuelo me contaba que cuando el era niño no había tanta maquinaria y tenían que hacerlo todo a mano, segar, sembrar, cosechar. El abuelo me contaba que madrugaban mucho, todavía de noche y se pasaban en el campo trabajando todo el día hasta que anochecía, e incluso algunas veces por la noche, tenían que llevar un farol.
Alguna vez también he ido con el abuelo a vendimiar, hacía vino con uvas que recogíamos en los majuelos que es como se llaman allí los viñedos. Cuando el era niño recogían las uvas, las llevaban a las bodegas y allí con unas presas y pisando la uva hacían el mosto que mas tarde se metían en unos pellejos, que son pieles de animales hechos una bolsa, también lo metían en unas cubas de madera que fabricaban ellos mismos, hoy en día nadie tiene que pisar el vino, todo va con máquinas y todo el proceso es más rápido, y preparan el vino en la cooperativa del pueblo, de allí se lo lleva cada uno a su bodega para que el vino madure. Cuando iba a vendimiar con el abuelo me lo pasaba muy bien aunque es muy cansado, por que hay que estar agachado para coger las uvas y echarlas en un cesto, a la hora de comer venía la abuela con la comida, y comíamos allí mismo, el abuelo me unto con uvas en la cara, eso se llama hacer una careta y se lo hacen a todo el mundo que va a vendimiar por primera vez, me reí mucho pero se me quedo la cara muy pegajosa.
Cuando mis abuelos se casaron también tenían vacas, aunque yo no llegue a verlas, el abuelo me contaba que tenían que arreglarlas todos los días antes de salir al campo, y cuando regresaban tenían que arreglarlas y ordeñarlas otra vez, el abuelo me decía que era una vida muy dura, se pasaban el día trabajando, y no había las comodidades de hoy en día. Cuando yo le decía al abuelo que quería trabajar como el, siempre me decía: Daniel esta muy bien que quieras y sepas lo que es trabajar en el campo, pero lo que debes hacer ahora es estudiar, ya trabajaras cuando seas mayor, ahora estudia y prepárate,
El era amable, sincero y muy bueno con los demás. A sus hijos nunca les falto nada necesario. Vivía en un pueblecito cerca de León. Cuando yo iba a Gordaliza, (el pueblo de mi abuelo) siempre iba con él para dar de comer a los conejos, las gallinas y los pavos, también cojíamos los huevos, las lechugas y tomates de su huerto.
Siempre estaba de buen humor, nos llamaba todas las semanas para ver si íbamos a visitarle porque le gustaba estar con sus nietos, en Gordaliza pasábamos el día con él, le gustaba que los sábados le lleváramos al mercado de un pueblo cercano, allí hay puestos de juguetes, de carne, de queso, de herramientas etc... También íbamos con él a comprar a su puesto preferido comprábamos lo que más le gustaba, unos puerros blanditos unas frutas de la huerta de ese señor. Cuando terminamos de comprar tomamos un café y me pedía unos chorizos del pueblo con unos torreznos de la matanza del cerdo par almorzar, estaban buenísimos , después de ver todo lo que había en el mercado y haber comprado todo lo que necesitábamos, jugábamos en la plaza y de vuelta para Gordaliza. Cuando llegábamos a casa la abuela ya nos había puesto la comida, nos sentábamos todos juntos a comer, después el abuelo se echaba la siesta, y los demás nos quedábamos allí para charlar.

Me acuerdo mucho de el, pasábamos mucho tiempo juntos, hasta que se puso enfermo, entonces ya no nos separábamos de él a no ser cuando estuvo en el hospital, pero el siempre estaba de buen humor aunque creo que tenia dolores, pero el no se quejaba y seguía como siempre.

Hoy no está con nosotros, yo le echo de menos pero hablo mucho con él porque sé que me escucha donde esté, lo disfrute poco tiempo pero aproveché al máximo para estar con él y disfrutar juntos. Ahora sólo me queda un abuelo y dos abuelas con los que también paso mucho tiempo aunque no vivimos cerca y de los que también quiero disfrutar todo el tiempo que pueda.




Daniel Bajo Angulo

1 comentario:

Tercer Ciclo dijo...

Muy bien, Daniel! Me he emocionado leyendo tu relato.
Sigue así
Tere