Había una vez una mariposa triste, pero era muy misteriosa porque su casa estaba encantada. Por eso, muchas mariposas querían visitarla. Un día, una mariposa fue a su casa sin avisar, y descubrió que tenía poderes: se transformaba en un águila imperial que ponía huevos de oro.
La mariposa que la observaba esperó a que saliera de casa para robarle el huevo maravilloso; pero cuando la mariposa iba a llevarse el huevo, sus alas se se hicieron de oro y dejó de volar.
Por eso la mariposa estaba triste; porque todas las mariposas que visitaban su casa, nunca más volvían a volar.
Alumn@s de Tercero A.
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